Toda la
belleza que he sabido prepararte
es este
desorden.
La sartén
con barcos de clara de huevo
la colcha de
cuadros desbaratando
secuencias cromáticas
hecha un
nudo a los pies de una cama
con olores,
para que les
respires.
Yo dormiré en
el sofá, compartamos toalla.
Las esquinas
deshaciéndose en las tapas de los libros
mi peinado
de siesta
los
ceniceros hasta los topes las huellas en los cristales.
La belleza
de la mugre, ya ves, minúscula la revancha.
No satisfacerte
es tan fácil.
Ni siquiera es grave esta suavidad con la que serme a tu margen
arriesgando tejidos a 60º, no, no hay suavizante,
mientras digo bienvenida,
-encuentras
pronto excusa para la visita breve-
a esta casa
que por fin no ha sido nuestra.
a esta casa que por fín no ha sido nuestra.
ResponderEliminarY la sencillez tan, pero tan demoledora...
¿verdad? qué poco hace falta a veces para catapún-trás-rás-alcarajo.
Eliminargracias por pasarte y contármelo.