viernes, 4 de febrero de 2011

tres-en-raya

Escucha: claro que todas, que Orión entero, que todas muertas. Y que esta luz es sólo memoria de estrella. Como las fotos que faltan, como nuestra maestría para el siamor después del noamor. Y qué cabrón, con esta forma de mirarme hoy (qué hacemos aquí, otra vez, tú y yo, y qué hacemos sin permiso para el tacto).

Todos estos años hemos debido hacer algo parecido a dejar un reguero de luz para alumbrarnos los cadáveres: tu canción nuestra de adolescentes suicidas, las pintadas de amor en aquel muro, tu cresta increíble mi culo aún perfecto.

Se ven bonitos. No te harás el triste tú sabías, que lo nuestro eran chispazos a fundido. Que dieciséis tiene más de número que de palabra y los números con piercing, haz la prueba, no son de fiar.

Pero eh, que estuvimos allí. Que lo vimos: Orión iluminándonos los pies hasta las dunnas. Tu cuerpo y el mío con su borrachera tibia, con la incredulidad de ser, de estar siendo, mayores y a medias.

Después aprendimos a odiarnos. Más después, tal que hoy, me miras y estamos tan lejos que me entra la risa.

Todas muertas, 16.

Pero eh: fuimos justo cuando su luz contra la arena (luz-cuerpo-luz-cuerpo-luz).