sábado, 31 de mayo de 2014

a.m.

Me despierto porque te estrellas la mano abierta contra la cara y sin abrir los ojos dices nosequé de una hormiga que te ha mordido en un dedo, y también algo de que tengo dos hojas pegadas al pelo. Te miro a medias y se me frunce el ceño. ¿En el del oeste?, ¿nos estás soñando en el parque del oeste? A la vez que decido no preguntarte, te ríes con lengua y se te queda en el labio un rastro que brilla saliva. Como te brilla caigo en la cuenta de la persiana subida y el sol que va a ponerse a chillar a las siete, y pienso también en para quién está encendida en esta calle muerta la farola que hace que el labio te brille.

Mañana en el desayuno me aburriré mientras hablas de Chema el del curro. Te veré el amarillo dental que esta farola esconde y la barriga que a los treinta asumiste como propia. Tú tal vez me mires con ternura, porque tal vez esta noche has sido capaz de llevarnos hasta el parque, tumbarnos sobre el césped y besarnos como cuando besarnos era chaparrón y rascacielos y burbujas.

O puede que me cuentes que has soñado a otra, y reconozcas que ya no, que ya no me, y entonces, maldita adicción a lo estéril, sabes que seré capaz de convencernos del amor y retenerte en esta cama en la que ya no compartimos mas que tu parloteo onírico.

domingo, 11 de mayo de 2014

¡salud!

Cuando bebes sola,
en casa y sola–dijo-, ahí
es cuando lo notas, que no va,
que algo no va –dijo mi madre.

Así que ahora no puedo
alzar este ron cola y brindar
por la clínica en la que mamá suda frío
ni por mí
ni por el cabrón que me hace triste
(ya sé, estoy bebiendo sola hablando de un cabrón, y he dicho triste),
porque no quiero
porque la pena
me ha anidado en la costumbre.
Pero si algo vale, el tipo, es la pena.

Me convenció de lo inútil.
Miró mi trabajo y vimos la trampa
Me miró el vientre y supimos que estéril
Miró mis zapatos y noté que rotos
Se asomó a este cerebro, también, y entendí que no había nada
por entender acá adentro.
Me convenció hasta el desplome y pudimos
querernos una vez, sobre su suelo.

Pero me convenció
y ya no tuvo
argumentos para quedarse.