sábado, 18 de julio de 2015

leve

La vida puede ser más leve la vida puede
estar esperándonos en el Dunkin' Donuts
respetar las señales de tráfico leer,
la versión online de algún diario,
y llevarnos a comprar rosas de plástico a algún chino.
Puedes intentar mirarme flojo, más flojito,
rascarnos mutuamente las espaldas,
salir a correr los domingos -qué bonito que han dejado Madrid Río-,
hacernos cosquillas a ver
quién se mea antes.

Te miro
y me acuerdo de que no queda lechuga.
Pero pienso también que
qué bonito ese lunar,
qué cara de paz, mientras duermes,
qué bien huele tu nuca,
vaya culo.
Tú me miras interrogando las pausas
insistiendo en que te escondo tramas retorcidas,
jurando que saltarás de mi mano
cuando me atreva a saltar
y mataremos los fantasmas que viven conmigo.

No has pensado que la vida viene sin paracaídas,
que tienen nombre, mis monstruos,
y me acompañan bonito
ni imaginas que lo que más me preocupa es
que el bocata lleve muchos calamares,
que la cerveza esté fría,
que las sábanas huelan a suavizante,
que funcione el ascensor que me toques
mucho el pelo
mientras dices, vaya mierda,
ya no hay nada que merezca la pena
en la televisión.

viernes, 17 de julio de 2015

nosecuántos pies

Hay días en que se te mezclan todos. Te pones a pensar en la terraza en la que desayunabas con M y en seguida estás recordando cómo era querer a J. Vienen a tu memoria todos los avisos de C (es ahora o no va a ser), la forma en la que D lograba que se te mojaran las bragas tocándote apenas el hombro y haciendo bailar hueso contra piel. Y ya no sabes a quién echas de menos.

Y le escribes un mensaje a C para que entienda, ¿lo sabrá quizás?, lo terriblemente importante que fue. Y le dices a C que gracias por haberte querido cuando tú estabas doblada una vez y diez sobre ti misma, abrumada (¿en serio me quisiste tanto?), hecha un ovillo de nervio y duda. Porque de repente necesitas, necesitas absolutamente y con prisa que C entienda que tú sí que quisiste pero que, y, joder, la boca de C, voy a escribirle a C un poema voy a.

Pero entonces D. Mierda, D. Qué difícil nos lo hiciste qué de trampas le pusiste a las ganas que tuve de… a las ganas que tengo de. Mierda, D, tengo que llamar a D, decirle que.

Y paseas sola por la calle en la que J saltó del tirón seis cajas de cartón hechas fila sobre el suelo, y el amor con J se te antoja Amor, y el amor de M sabe a cruasán francés y qué ricos los cruasanes y qué hambre, qué hambre de M por dios.


Y ya no sabes a quién echas de menos. Y vuelves a casa y hablas con una pared muy blanca y le dices, le dices a una puta pared ay, cómo os he querido, cómo os quiero tanto a tantos yo, joder. Y te metes en la cama y nosecuántos pies, nosecuántas manos nosecuántas bocas hechas agua, nosecuántos cigarritos de después.

Mira gracias, no.

Hay personas que vienen para enseñarte lo que no.

Creo que rara vez lo saben
y creo que luego del dolor, les pensamos en la acidez de un gracias. Mira gracias, así no.

Él me preñó de noes nuevos
que desenterraban algunos de los síes
con los que la cagué, antes.
Noes que apenas le nombran que no le conocen: me ha devuelto culpas de otros que hice culpa mía
me ha devuelto
la vergüenza
la arcada
la trampa en el trato esta mordaza rara. Qué poco me pega el silencio qué mal me va.

(Él que por no querer no quiso ni serme importante.)

Hay que ser muy rápida en el no. Y hay que ser coherente.
A veces es más fácil
hacer Sí. Bueno, Vale.
Dejar que te hagan un sí en el contrato,
en la terraza del bar
en el bus
en el coño.
Este coño es mío. Sí, ya sé que lo sabes. Lo que no dije es que no. Que contigo no que así no.

Hay personas que llegan para enseñarte a echarlas.
A echarlas con serena
gravedad
con una certeza de cuna hija de las dudas mayores.

Cargo bien los labios brota un: no.
Así no. Bueno vale no,
gracias.



ven vamos a hacernos mimos en una canción de Silvia Pérez Cruz

hoy estoy pensando que tal vez
existas.

y sospecho que tú eres
Nadie.
que está de fiesta la imaginación.