viernes, 17 de julio de 2015

Mira gracias, no.

Hay personas que vienen para enseñarte lo que no.

Creo que rara vez lo saben
y creo que luego del dolor, les pensamos en la acidez de un gracias. Mira gracias, así no.

Él me preñó de noes nuevos
que desenterraban algunos de los síes
con los que la cagué, antes.
Noes que apenas le nombran que no le conocen: me ha devuelto culpas de otros que hice culpa mía
me ha devuelto
la vergüenza
la arcada
la trampa en el trato esta mordaza rara. Qué poco me pega el silencio qué mal me va.

(Él que por no querer no quiso ni serme importante.)

Hay que ser muy rápida en el no. Y hay que ser coherente.
A veces es más fácil
hacer Sí. Bueno, Vale.
Dejar que te hagan un sí en el contrato,
en la terraza del bar
en el bus
en el coño.
Este coño es mío. Sí, ya sé que lo sabes. Lo que no dije es que no. Que contigo no que así no.

Hay personas que llegan para enseñarte a echarlas.
A echarlas con serena
gravedad
con una certeza de cuna hija de las dudas mayores.

Cargo bien los labios brota un: no.
Así no. Bueno vale no,
gracias.



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