domingo, 29 de junio de 2014

Cuando me falta suelo te busco el nombre

Vengo diez años después de imaginarte. Diez años es mucho tiempo para ensanchar-olvidar-rehacer-deshechar los amores platónicos: yo te había construido casa y aficiones, respuestas escritas a mi coqueteo ensayado, tú y yo habíamos compartido una playa, mucho sexo y comida casera. Allí, en la imaginación, en el aire.

Te llego tangible con el maletero a reventar de un futuro que no existe. Me dejas llegarte, nos gusta, nos sorprende, me haces agua, te hago grande, nos descubrimos nuevos: tú no eres mi mito adolescente, yo no soy la niña que descartaste. Tus vinilos, tus cosquillas suaves, tu cuerpo como una cueva templada y los balcones que me asoman a una ciudad donde nadie, apenas tú, me conoce.

Cantamos en tu coche y me parece que no necesito más. Pero hay más: tu mano en mi pierna, la mía hecha círculos sobre tu nuca, el perfil desigual de tu barba recortado contra un cristal que recorre paisajes a donde queramos. Porque podíamos haber sido eso: lo que queríamos, en vez de estar siendo aquí, con aquís diferentes, lo que no pude. No supe. No quise.

Los amores platónicos sólo hacen nido en el aire. Y sin embargo tú me diste suelo firme, cálido, para intentar sujetar este caos a alguna parte. No he sabido. No he querido. No se puede. Cuando me falta suelo te busco el nombre.

viernes, 27 de junio de 2014

Gorda

Tamara de Lempicka

Un día voy a encontrarle belleza al tabú que me nombra. A reconciliarme con el niño que se clavó frente a mi pupitre y desató todo el dolor de la etiqueta que no quise: gorda, dicho a los ojos con conciencia de disparo, gorda. Voy a perdonar a los tipos de acné y litrona que descalabraron mi esperanza de que alguno me bajase las bragas, porque gorda. A responder , a decir vale. Perdonar a fotógrafos, pintoras y cineastas por negarme. Al eufemismo que me brindas con amor, por negarme.

Alcanzado el vale, me lo traeré al colchón y grabaré con la cámara del móvil algún modo hermoso de tocarme. Porque, cuando sepa, sabré cómo tocarme hermoso. Quiero eso. Grabar esto, ésto, este cuerpo grande de dunas con pliegue y despliegue. Dunas para surfear a dedo. Embriagarme de carne, reconciliarme con la carne, celebrar el cuerpo que soy, encontrarme yo el placer. Mirar el vídeo. Correrme de mí. Justo un gemido después de perdonarme.



martes, 17 de junio de 2014

''Pequeña dimensión del tiempo/ es esta mujer''

Si hay algo que agradecer a los creadores de whatsapp es que me sigan guardando tu voz en breves y no tan breves notas de audio. El espacio leve que le dimos a los besos no me basta y además se confunde. ¿A qué dije que sabías?, ¿me acariciaste cómo, la cara? Durante un tiempo anduve intentándote, sin alardes de pasión sin muestras de arrebato: te había decidido así como a medias, en boceto, cargada de 'por si acasos'. Te intentaba tibia y apenas te encontré dos, tres veces. Tibia tú no, tan viva, tan despierta, tan poco callada. Tu nombre no le hace justicia a las tantas formas que tienes de ser maravillosamente rara. Una de ellas fue decidir recitarme algo sobre un amor alto y claro, tan tanto como ''Polonia invadida
Cyrano callando, un coche estrellado,
un último aliento, cosas así''.

Empezaste a acumular en la memoria interna de mi móvil notas de audio que quisiera cancionar, o no sé, ponerme en póster. Y los poemas que enviaste trampean sin vergüenza al calendario. Me dejan volver a decidirte un poco, a decidirte en dosis pequeñas, una cucharilla, gracias, de intención.

Hoy vuelvo a saborear ''el primer trago de cerveza'' y los baños del domingo, noto tu deseo en las palabras postapocalípicas de Durás y ''me matas, me das placer''. Sí, tu deseo. Tu risa delatándote, tu voz,
''las palabras
que iluminan lo oscuro,
tu voz
sin rostro,
sin límites,
estallido de Luz
tan lejanamente
cercano''.

Hemos construido una conversación de whatsapp que no cabe en ningún sitio. Un eco grande. No se tocan, los ecos, pero aún puedo jugar a imaginame Dios y hacerte exactamente Tú y entonces sí, por fin, probarte,
''a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca''.