¡salud!
Cuando bebes sola,
en casa y sola–dijo-, ahí
es cuando lo notas, que no va,
que algo no va –dijo mi
madre.
Así que
ahora no puedo
alzar este ron
cola y brindar
por la
clínica en la que mamá suda frío
ni por mí
ni por el
cabrón que me hace triste
(ya sé,
estoy bebiendo sola hablando de un cabrón, y he dicho triste),
porque no
quiero
porque la
pena
me ha
anidado en la costumbre.
Pero si algo
vale, el tipo, es la pena.
Me convenció
de lo inútil.
Miró mi trabajo
y vimos la trampa
Me miró el
vientre y supimos que estéril
Miró mis
zapatos y noté que rotos
Se asomó a
este cerebro, también, y entendí que no había nada
por entender
acá adentro.
Me convenció
hasta el desplome y pudimos
querernos
una vez, sobre su suelo.
Pero me
convenció
y ya no tuvo
argumentos
para quedarse.
Niña, me has dado un puñetazo en la barbilla. A veces escribes cosas que me leen. Será que la vida es para todos en algunos aspectos igual? no lo sé, justamente estoy escribiendo hoy sobre esto.
ResponderEliminarUn beso
Ay Sonsoles, sí, ésto toca muchos lugares comunes. Reconozco que a mí me tiene un poco asustada verme insistiendo, al escribir, en cosas tan feas y tristes y enrabietadas y crudas, últimamente. Créeme, también veo alegrías que, si me sale, quiero traer (y ojalá también te identifiques).
EliminarPor cierto, qué regalo tu frase ''a veces escribes cosas que me leen''. Me la guardo, si me dejas... beso.