martes, 13 de julio de 2010

Sabías de sobra que ella iba a

bajarse las bragas despacio, metiéndose las manos por debajo de la falda en un intento torpe por que no vieras nada. Sabías que cuando estuvierais solos se le iba a olvidar esa forma lasciva de mirarte, iban a notársele los diecisiete. Los juegos de seducción que te había dedicado durante meses, llenándote la cabeza y la bragueta de fantasías, quizás no eran más que ensayos para su manual de coqueteo, quizás sólamente un reto.

No eras de los que se limita a soltar su verborrea en clase y corregir exámenes. Tú te preocupabas por conocerles, les buscabas en el patio para saber qué tal iban las cosas en casa, medías el tiempo de manera que siempre quedase espacio para preguntas y debates. Con ella también habías sido atento. El primer día de clase le adivinaste el relleno del sujetador debajo de la camiseta.

Recogiste las bragas del suelo. Estaban echas un burruño delante de sus pies. Al agacharte respiraste con discreción sus piernas, y ese olor suave a sexo adolescente. Ella bajó la mirada hasta tus manos, curiosa e inquieta por saber si tocarla entraba en tus planes. Tú te levantaste despacio, a menos de medio metro de ese cuerpecillo inmóvil. Tenía los labios rojísimos por culpa de la piruleta, y se los humedeció con la lengua en cuanto te tuvo en frente, simulando pudor en su descaro.

Habrías devorado su ropa interior en cuestión de segundos, habrías exprimido su olor y te recorrerías toda la piel con ese pedazo de tela. Y lo habrías hecho delante de ella, que podría haber salido corriendo, pero también podía ser que se excitase.


- Vete.
- ¿En serio?
- En serio.
- ¿Me las devuelves?
- No. Y no voy a quitarte el ojo de encima durante el resto del día. Te advierto que suelo saber de qué color son tus bragas cuando cruzas las piernas en clase.


2 comentarios:

  1. ¿Sí? en realidad él viejo ella joven él morboso ella piruleta...es decir, nada nuevo. Pero qué ilusión tu 'olé', sevillana.

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