sábado, 19 de marzo de 2022

De tanto en tanto hago grande su nombre y su nombre es más grande de lo que nunca dije

Hoy he encontrado un CD con canciones de otra vida
y ponía, fuera ponía ‘‘Sevilla, mayo 2009’’.

Su letra redonda haciendo curvas hasta tocarme.

Hago grande el tacto de sus muslos en aquel palco y
hago grande el lunar de encima de su boca y
hago grande aquella sala de revelado y
hago grande la culpa por no haberle dado 
ni siquiera entonces
lo que quise darle.

De tanto en tanto hago grande su nombre y
su nombre es más grande de lo que nunca dije.

De tanto en tanto,
este agujero.

Si pudiera meter los brazos
alcanzar a la que fui y decirle:
Querer a otra mujer es querer, y no es culpa.
Decirle, no es culpa.
Duchar su angustia.
Pero.
No puedo tener 23 y ser su mon amour en una lista de Spoty.
No viviremos juntas en París. Haríamos tan buena pareja. Ni en ningún lado.
Y sin embargo seremos felices.

Escucho ‘‘Sevilla, mayo 2009’’.
Me niego al disfraz leve,
(me acerco a tu boca la meta es tu boca beso tu mejilla)
a pensar que ella ya no quiere acordarse de que fuimos
(te presento a mi amiga)
dos fieras suaves amasando el límite.

sábado, 9 de octubre de 2021

de sentirse ridícula en aquella terraza

(2017)


Dos cafés siete cigarros
en la terracita del dominicano.
Y este temblor en las manos
que yo sé que no es en las manos,
que más adentro,
pero que mis manos lo cuentan.
Y sé que no es el café,
que adentro
que más
espeso que el café.

Érase yo desayunando en la terracita del dominicano.
Con toda la pena honda de que un chico no me llama.
Entonces la vejez,
creo que de eso venía a hablaros:
la vejez en dos ancianas
contándose cosas en la mesita de al lado
porque necesitan contarse cosas
(porque aún les pasan),
porque necesitan tener algo que contar porque la vejez,
seguro que te mata.



- Pendientes falsos,
mira,
que está el barrio muy malo.
Han robado a Isabel
en su mismísima casa.
''No me empujes que no puedo abrir la puerta'',
le dijo al chiquito de la navaja.
Y cuando me canso
me los quito.
Porque me aprietan.

/


La vejez ha salido esta mañana
(de acumular yo cafés y estar llorando porque un chico no me llama)
a comprar naranjas.
Porque necesitaba naranjas porque necesita
necesitar algo.


- Ochenta y tres, en noviembre.
- Pues se te ve muy bien.
- Pues no te creas.


La vejez son dos señoras
que están aquí sentadas a mi lado
y que son bastante iguales pero que a mi edad
tenían cara.
Cada una la suya.
Y que ahora tienen perritas
(que las necesitan para bajar a hacer pis, y caca),
y naranjas.


Veréis, es que esta mañana
yo tenía fuerte que llorar
porque un chico no me llama.

Porque un chico,
no me llama porque un chico no me llama.

Y porque he soñado que este chico
se fugaba
en una fuga de serie norteamericana
con otra que no era yo, norteamericana.

Veréis, cuando me he despertado
me ha contado el whatsapp
que esta noche se ha muerto el último hermano de mi última abuela.

Pero ganas de llorar
porque
el tipo
no
me
llama.





domingo, 9 de julio de 2017

Os lo voy a contar todo

(no seas mentirosa).

Bondage romanticón

Has guardado la compra en la nevera,
he juntado el ron con unos hielos,
has respondido los whatsapps y
yo finjo interés contra los lomos
de tus libros.

Ahora,
voy a intentar entenderte los pechos.
Y a bebérmelos.
Y quiero que tú entiendas mis muñecas.

Vamos a amarrarnos al momento
y a gemirle afónicas al cuero.
Enséñame las palmas de tus manos.
Vierte cada forma tuya de ser agua
en cada forma mía de ser cuenco.

Y acabemos de una puta vez con ésto.
Démonos la mano para echar
por la ventana este posible
como mantis sin hambre
crudas y saciadas, satisfechas.

Te propongo un bondage romanticón
y una petite mort bastante tocha.





domingo, 29 de enero de 2017

(sábado 17 de diciembre de 2016)

Tengo un pez
de colores
en la punta de la lengua
saltándome. Agónico. Chiquitito.
Tuve un pez
rosa
en el estómago
nadándome. Probable e inaudito.
Tuve un pez
escamándose,
fluyendo río arriba por mi esófago y ahora tengo un pez
de colores, en la lengua.
No sé cómo decirlo.